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Carta a Manolo Moldes


Te escribo unas letras desde el avión camino a Barcelona mientras abajo va desapareciendo el verde de Galicia. Mi querido Manolo, ¿ya empezaste a pintar de nuevo? Supongo que adaptarse a la nueva casa llevara un cierto tiempo, pero conociéndote como te conocíamos tus amigos seguro que ya tienes por ahí alguna estancia con una buena ventana para que entre la luz y la mesa con los botes de pintura y la pared adecuada donde empezar a manchar las nuevas telas. Nos gustaron mucho esos últimos dibujos que pintaste con la tablet en el hospital. Todos lo comentamos, tienen una fuerza brutal, tienen misterio, luz, arte y vida que como bien decías viene a ser todo lo mismo. La elegancia con la que te fuiste dejó una bonita lección para todos nosotros, desde tu compromiso con el arte pintando hasta el último aliento, hasta el bello detalle de pedir que la bandera que te cubriera fuese un lienzo pintado con el amor de tus alumnos. Siempre pensando en los demás, muy propio de esa generosidad tan tuya. Al salir de tu homenaje nos fuimos al bar de enfrente, con Mai, tus estupendos hijos y todos los amigos, a echar unos brindis a tu salud a comer unas tapas y a contar anécdotas vividas contigo. También estuvimos poniendo a parir a más de un político, galerista y demás familia, estoy seguro de que por allí andabas con ganas de meter baza y cagarte en alguno de ellos. Gracias por juntar a tantos y tantos amigos a tu alrededor. A algunos hacía muchos años que no los veía y a pesar de las circunstancias, fue muy agradable volver a abrazarlos y comprobar que aún el paso del tiempo y la distancia el cariño sigue intacto. También me di cuenta de que nos hacemos inevitablemente mayores. Muchos recuerdos tienen ya demasiados años y con el tiempo han adquirido ese sabor aterciopelado, el color cálido del vino viejo y el olor a madera mojada. Recordamos las exposiciones contigo aquí y allá, las noches de juerga en Madrid, las calles de Pontevedra, los soportales de Santiago y las cuncas tomadas en bares de los de antes. ¿Que tal se ve el Lérez desde ahí, compañero? Ya me imagino tus primeros bocetos, con el río serpenteando entre las nubes y las bañistas a lo lejos como pequeños destellos en la orilla. Seguro que el azul cobalto es ahí más puro y la luz más caliente ¿que tal cubre el blanco cielo para la imprimación? ¿o ahí se pinta directamente con luz? ya me contarás. Agradezco a la vida la suerte de hacer, al menos un trocito del camino acompañado de personas como tú. Siempre habrá un rincón caliente en nuestros corazones, para tomar un chupito contigo hablando del arte y de la vida y para echar pestes de todo y también para ensalzar los buenos momentos y hacer unas risas. Deseo que te encuentres en buena compañía, Manolo. Té mando cariños y un fuerte abrazo. Hasta siempre, querido amigo. Ya nos veremos en otro momento.

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