Últimamente pienso mucho en árboles, bosques, incendios, especies invasoras, sobreexplotación. Desde casa veo como cada año arde una parte de la sierra de la Collserola siempre en la misma zona, encima de Canyelles . Este verano, al volver de Galicia, también vine preocupado con ese tema. La plantación desaforada de especies invasoras como el eucaliptus o el pino que aparte de desecar los acuíferos, es como plantar latas de gasolina en el bosque. Las comunidades de montes quieren dinero, por eso reforestan con especies de crecimiento rápido para alimentar la celulosa ENCE o la industria maderera cutre. Se ha perdido la cultura del bosque, aquella cercana al animismo, aquella que lo consideraba un ente, un lugar casi mágico. El lugar de donde nacían los sueños, los miedos y las leyendas. Ahora la mayoría de los que viven en sus inmediaciones los consideran una mera explotación agraria, una fabrica de madera barata. Da mucha pena. Es urgente sanar mentalidades y ver las cosas de otra manera. No hablo de volver a la edad media. Se puede sacar rentabilidad de los bosques, por supuesto. Pero de otra manera.