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Exploración virtual del 11 de mayo de 2016

y exploración sobre el terreno el 29 de mayo de 2016
República de Tielh 

Fotografías realizadas durante la exploracón en Edimburgh. Los nombres de los lugares corresponden a el nuevo territorio conquistado.

(clicar sobre las fotografías para aumentar)

Mapa interactivo y fotografias de la exploracón en Edimburgh Leith.
Territorio renombrado como República de Tielh
(Se recomienda maximizar el mapa. Clicar sobre las señalizaciones para ver las fotos geolocalizadas)

República de Tielh. Territorio utópico creado desde las exploraciónes del 11 al 29 de mayo de 2016

En las tierras de Tielh

 

La República de Tielh está situada a 55°57′07″ de latitud Norte y 3°11′47″ de latitud Oeste.
Es una tierra de clima duro y lluvioso durante casi todo el año, pero de bellos y escarpados paisajes. Sus gentes tienen un carácter muy peculiar que los diferencia de los habitantes del sur. Son gente orgullosa de su país, reservados pero hospitalarios mientras se los visite con buenas intenciones.
A nuestra llegada ya estaba instalado frente al puerto un campamento de avanzadilla liderado por Annxa y formado por un pequeño grupo que comerciaba con los habitantes de la costa y servía de enlace para nuestras expediciones hacia las tierras del inhóspito norte.

En la zona exterior de Tielh se encuentra el arenal de Harbour Beach que da protección a algunas embarcaciones de pesca y de defensa que fondean en el puerto. Hacia el interior, delante del campamento de Annxa se extiendo la llanura de Benz con las diecisiete islas de Kor. En contra de lo que sugiere su nombre, las islas de Kor no están rodeadas de agua. En realidad son unos enormes peñascos que delimitan perimetralmente la llanura dibujando una línea frente al mar. Al amanecer, en los húmedos días de invierno, una espesa niebla sale de la tierra mojada y se pega al suelo. Solo las islas de Kor sobresalen dando la impresión de flotar sobre un mar de vapor. Al ir ascendiendo el tenue sol de la mañana la niebla escampa y desde la llanura aparecen mágicamente los majestuosos peñascos como salidos de un sueño.
Sobre las cimas viven pequeños grupos familiares. Son gente extraña y no suelen relacionarse ni entre ellos ni con las gentes de abajo. Solo cuando les es imprescindible, descienden de sus elevados peñascos y se dejan ver por los mercados de Tielh para adquirir productos de primera necesidad, víveres, mercaderías y adornos para sus mujeres y casas.
Seguro que mañana bajara algún grupo aprovechando que el cielo está despejado y la luna llena les iluminará el camino de vuelta concediéndole unas horas extra para estar más tiempo en la llanura.
Entre los habitantes de estas curiosas islas hay unos pocos anacoretas conocidos como los Conseguidores. Son muy respetados porque las pocas veces que se dejan ver por el valle, los habitantes de Tielh les entregan escritos en papeles de colores los sueños y deseos que los Conseguidores copiarán después sobre los muros blancos de sus casas para que estos se cumplan.
Esas pequeñas casas blancas son conocidas como Las Casas de los Deseos y destacan en la lejanía como pequeños faros sobre la roca oscura. Cada año, las copiosas lluvias del invierno borran las inscripciones y dejan las paredes limpias para los deseos del año siguiente.

Amanece. La costa brilla con una trémula luz ámbar bajo el tímido sol de invierno. El poblado ya está en marcha. Los hombres preparando las monturas, reparando los tensores de las tiendas y encendiendo fuego para calentar caldo de srtack para el almuerzo. Al calor de las cacerolas hablamos de la jornada y planificamos un poco el trabajo que nos espera.
Nuestro cometido es comprobar si los viejos mapas de los que disponemos son fieles a la línea de costa. Es importante tener una información lo más exacta posible para buscar refugio a los barcos en caso de tormenta y para tomar decisiones a la hora de montar nuevos asentamientos. También tomaremos buena nota de la fauna y los minerales que encontremos a nuestro paso y la única manera de hacerlo es sobre el terreno, así que cargamos algunas provisiones para el viaje, los mapas y los instrumentos de medir y nos disponemos a empezar la exploración.

 

Casas de los conseguidores                                                                         Mural de Kounell

Primera expedición hacia el Sur.

Somos un pequeño grupo de cinco personas, las suficientes para reconocer el terreno, portear algunos víveres y instrumental para hacer las mediciones necesarias.
Salimos Annxa, Gurgana, un par de porteadores y el que escribe.
Caminamos  en dirección sur hacia los acantilados de Northwind Mountains, siguiendo la línea de costa y lo más cercanos al mar que nos permiten los escarpados peñascos. El avance es lento, porque vamos haciendo pequeñas paradas para nombrar los accidentes geográficos, tomar notas y hacer algunos croquis y dibujos con mediciones.
Al salir del poblado, dejamos a la izquierda el altar de Scont, donde los habitantes de Tielh se reúnen para hacer ofrendas y celebrar festividades.

En la ladera del lago Laaar pudimos apreciar las extrañas manufacturas de los Bblinks. Una ancestral creencia les lleva a tejer con cuerdas negras la tierra, porque una de las leyendas fundamentales de su cultura habla de un cataclismo en el que la superficie del planeta se resquebrajará en trozos, por eso siempre cosen minuciosamente la tierra antes de plantar sus cosechas. En realidad eso beneficia las plantaciones, porque las protege de la erosión de los vientos de la costa.
Al vernos pasar, nos acompañan orgullosos hasta el mural de Kounell, uno de sus artesanos más reconocidos por plasmar de forma tan emocional los colores de la región en los grises días de invierno.
A pesar de que avanzaba el día y no queríamos perder horas de luz para caminar, no pudimos negarnos a hacer una pequeña parada para conversar y disfrutar de la comida y bebida que nos ofrecieron los amables Bblinks. Después de desearnos suerte y larga vida continuamos nuestra ruta hacia el sur.

Tras un par de horas de caminata, al doblar la ensenada la tristeza se apodera de nuestros corazones. Entre las rocas aún se pueden ver los restos del naufragio del Reina en el que perecieron ahogados muchos compañeros nuestros en medio de una terrible galerna.
Intentamos alejar las penas y nos disponemos a comprobar la cartografía de la zona. Hacemos mediciones y rectificamos un saliente del mapa que no coincide con lo que estamos viendo. Es un pequeño detalle, pero en medio de un temporal como el que sufrió el Reina puede marcar la diferencia entre la salvación o estrellarse inexorablemente contra las rocas.

Van quedando atrás varias lagunas de oscuras aguas y llegamos a uno de nuestros destinos, porque queremos presenciar una antigua celebración iniciática. Para nosotros es importante estar allí para tomar notas antropológicas que añadir a nuestros estudios.
Tal y como nos contaron en el pueblo la noche anterior a nuestra partida, hay gran fiesta y alboroto porque esa misma tarde se celebra el paso a la edad adulta de una docena de adolescentes.
Es una fiesta importante para la comunidad. Los jóvenes cruzan solos el tenebroso pasadizo de la iniciación en dirección al pulpito de Tielh, donde son recibidos entre vítores y aplausos por sus familiares y el resto del poblado.
Amigos y parientes cercanos suben al púlpito para entonar encendidos discursos hablando de las excelencias y la gran valentía de sus protegidos. Son diatribas conscientemente exageradas que a menudo relatan situaciones caricaturescas y que terminan entre risas, brindis y celebraciones. Corre el buen vino y tampoco falta un copioso asado de magur tielhensis, una especie de conejo grande muy fiero pero con una delicada carne. Los magures son cazados de madrugada por los adultos, que así pueden fanfarronear entre ellos de sus destrezas como guerreros y cazadores.
Es un feliz momento, una nueva generación es admitida en la comunidad.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                                        

Magur tielhensis                                                                                              Púlpito de Tielh

 

 

 

Atravesamos las áridas montañas de Mirja caminando hasta que nos lo permitió la luz. Todos estamos cansados y sedientos. Pasadas las montañas, armamos las tiendas y encendemos un fuego en un claro del bosque. Gurgana monta la primera guardia, el lugar tiene algo extraño que nos mantiene inquietos, no en vano los lugareños cuentan entre dientes a la luz de las hogueras extrañas historias de rituales secretos de magia negra en el límite de la Esplanada de O que por lo que indican los mapas no se encuentra demasiado lejos de donde estamos acampados. Aunque intentamos alejar esos oscuros pensamientos, el sueño se hace inevitablemente ligero.
A pesar de todo la noche ha sido tranquila. Solo el viento arañando el valle nos mantenía en duermevela por lo que pudiera suceder.

Con el despunte de los primeros rayos del alba desmontamos las tiendas, comemos algo apresuradamente y retomamos el camino.
Al internarnos la arboleda que rodeaba el campamento, vemos en efecto algunos restos de esas oscuras celebraciones. En unos troncos de madera nos encontramos varios clavos oxidados por el salitre al lado de unos extraños huesos deformados esparcidos por las inmediaciones y poco más adelante un cuenco con restos de lo que nos parece sangre seca. Agradecemos a los dioses no haber sido testigos involuntarios de tales sacrificios, porque solo pensarlo pone los pelos de punta al guerrero más templado.

 

Dejamos atrás los grandes monolitos en forma de campana que flanquean la entrada a territorio Winz y avanzamos bordeando la falla de Strong.
La falla es como una herida longitudinal que atraviesa la planicie. El paisaje queda interrumpido para abrirse en una profunda grieta de mineral oscuro. Pocos han bajado hasta esas profundidades y menos aún se sabe de la flora y las criaturas que viven en el lóbrego fondo de Strong.
Hubiera sido interesante recoger allí alguna muestra de la flora endémica que crece pegada en la oscura grieta, pero decidimos no arriesgarnos porque que no contamos con las cuerdas y el material necesario para garantizar un descenso seguro. Incluso si nos aventurásemos por la escarpada hendidura nos arriesgamos a tener que hacer noche en el fondo de la falla y ninguno de nosotros quiere verse en esa complicada situación.

Mineral de North                                                                                               Fajas de los Skoile

A unas leguas de la falla, siguiendo un estrecho camino se llega  hasta territorio skoile.
Allí hemos de bordear y cartografiar la Laguna Tresia,  en cuyas densas aguas cristaliza el mineral de North.
Cuando nos dirigíamos hacia allí, nos salió al paso un pequeño grupo de extractores que volvían al poblado cargados con sus grandes fajas blancas a la espalda llenas de mineral.
Los skoiles son conocidos en toda la región por trabajar el cristal nublado desde tiempos inmemoriales. Guardan celosamente los secretos de su fabricación que solo conocen unos pocos iniciados. Esos arcanos conocimientos pasan de padres a hijos después de varios años trabajando como aprendices.
Con la primera luna del quinto año son marcados con cortes en los brazos hechos con cuchillos de mineral de north. Así demuestran su lealtad al clan y que no contarán a nadie sus secretos. Los que superan el ritual, son iniciados en las ancestrales técnicas para conseguir arrancarle a la roca esas hipnóticas irisaciones plateadas tan reconocibles en su artesanía. Lo único que se conoce del misterioso proceso de fabricación es que mezclan el north con polvo de vidrio a altas temperaturas.
Los skoiles que no recogen mineral, ni pertenecen al exclusivo grupo de los hacedores de cristal, se dedican a la agricultura, en especial a la recolección del aceite de rosc, que guardan en grandes depósitos para venderlo luego en el mercado de Tielh.

 

Estamos ya a muchas millas de nuestro punto de partida, los víveres escasean y decidimos emprender el regreso.
Siguiendo las anotaciones de nuestras cartas, nos internamos en el pasaje de Lastport con sus gruesas columnas de hierro y que nos sirve de atajo hacia el poblado de Annxa.

Todos nos alegramos de estar de vuelta y nos abrazamos al  divisar a lo lejos la colorida bandera de Tielh, con sus rombos blancos, negros y rojos.
Llevamos con nosotros las nuevas cartas y mapas actualizados y todas las notas antropológicas que seguramente serán bien apreciadas en la metrópolis.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                             

                                                              Bandera de Tielh

 

Segunda expedición hacia el norte.
 

Han pasado tres agradables días de descanso. Suficientes para reponer fuerzas y reparar uno de los delicados instrumentos de medición que utilizábamos y que se había desajustado durante nuestro camino de regreso.
Como de costumbre partimos temprano para aprovechar la jornada. Tomamos el camino dirección norte. Aún hace frío, porque casi no ha despuntado el sol de la mañana. A la izquierda dejamos el bosque de Ivo, una inmensa masa forestal que en su mayoría está aún sin explorar.
Avanzamos trabajosamente sobre los abruptos caminos que bordean Oblivion Cliff. A nuestra derecha el terreno desaparece hacia el abismo bajo nuestros pasos. Hay que ver donde se ponen los pies, porque la roca está resbaladiza por la humedad del mar y un pequeño desliz significa una larga caída al vacío seguida de una muerte segura contra las rocas.

 

Enfilamos el pasadizo de Jhorm y bordeamos la ladera del Tó  avanzando hacia el mar.

A medio camino viven los nubik,  desconfiados y tacaños por naturaleza. Es una tribu dedicada por completo a comerciar. Almacenan mercancías para venderlas después a buen precio cuando escasean en otros lugares. En ocasiones consiguen substancias prohibidas contrabandeando con los barcos que se acercan a la costa. Decididamente no son gentes a las que les gusten las visitas y menos si se trata de intrusos como nosotros.
A lo largo de los años han construido una alta empalizada con tablones muy pulidos de madera de skorg que cada poco tiempo untan con aceite de parsick negro para que resulten más resbaladizos y alejar así a posibles intrusos.
Damos unas voces para ver si nos dejan entrar y así poder tomar algunas notas sobre su poblado. Seguramente nos están observando pero nadie responde. Sabemos que están ahí porque escuchamos discretos movimientos al otro lado de la empalizada.
Hay aún mucho que hacer, así que dejamos tranquilos a los nubik y seguimos camino.

Por fin el mar. Volvemos a recuperar el camino siguiendo la línea de costa.
La marea baja nos permite caminar por la gran calzada de piedra que bordea la orilla hasta perderse en el horizonte. No sabemos a ciencia cierta quien la construyó. Los más ancianos dicen que siempre estuvo ahí, mucho antes de que la costa estuviese habitada, mucho antes del primer poblado Larp. Es tan antigua que ni se recuerda su nombre original, los lugareños se refieren a ella como el Gran Camino .
Hay leyendas que hablan de gigantes constructores venidos del gran norte, pero en realidad nadie sabe a ciencia cierta nada sobre esos supuestos moradores primigenios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Cabañas de los Larp                                                                                        Columnas Tressy

 

Enseguida divisamos las pequeñas cabañas cónicas de los larp agarradas a la roca . Los Larp son en su mayoría recolectores de flor de light una extraña substancia entre mineral y vegetal que solo crece entre las rocas del Gran Camino. Es mu preciada porque da un característico sabor amargo al licor de extricar.
Hago un pequeño dibujo para situar el poblado sobre el mapa ya que desde la última vez que se cartografió lo han cambiado de lugar, desplazándolo un poco hacia tierra adentro para proteger las chozas del viento que entra desde el mar.
Un grupito de pequeñajos nos acompañan hasta la bajada de Darkiron, que nos ahorrará dar un largo rodeo hasta legar a la orilla del mar.

 

Dejamos atrás a los misteriosos larps y seguimos camino en paralelo a la costa.
Entre las rocas de la playa encontramos una muda de piel de serkrashk. Recogemos la muestra para llevársela a Scik el naturalista. Es muy raro ver esas pequeñas culebras porque son muy tímidas y escurridizas y apenas se conoce nada de sus costumbres. En los días cálidos de verano, cuando ya tienen la sangre bien caliente por el sol, son rápidas cazadoras de pequeños roedores o de los pájaros que picotean distraídos por la arena de la playa. Al finalizar el letargo invernal mudan la piel por una nueva que les permite mimetizarse mejor con los colores amarillos de la hierba seca que crece por entre las piedras.

 

De momento, menos el cambio de situación del poblado larp, nuestras observaciones coinciden con los mapas. Cansados de la larga jornada, elegimos un lugar protegido antes de que nos sorprenda la oscuridad y no podamos ver el terreno que pisamos.
Mientras los dos porteadores plantan las tiendas, Annxa y yo raspamos de las rocas unas algas secas de ratt para el caldo y cogemos unas semillas de Frish, que aunque no tienen un sabor demasiado agradable, contienen una buena cantidad de hidratos que nos vendrán bien para reponer fuerzas de las largas jornadas que llevamos encima.
Hay que aprovechar todo lo que nos ofrece el lugar porque cuanto más podamos servirnos de lo que nos salga al paso, menos carga habremos de transportar.

Antes de regresar a al campamento visitamos las columnas de Tressy y tomamos nuevas mediciones. Scik nos había recomendado el paraje porque por razones que aún desconocemos el número de columnas varía según los días, o mejor dicho, según las noches. El último recuento que fue el pasado año, habiéndose contado un número de cuarenta y ocho columnas.
Es un fenómeno realmente inquietante que hace estremecer con solo pensarlo ¿Qué es lo que hace cambiar de sitio a esas moles de piedra? ¿Qué pasa con las columnas que desaparecen?
Según nuestra observación a día de hoy hay cincuenta y dos de las que tres de ellas no se encuentran en el mismo lugar que apuntó nuestro apreciado Scik.
Tomamos nota del nuevo número y posición de las columnas y salimos dirección sur para tomar el camino de vuelta.

Regresamos exhaustos al poblado pero con las cartas y los mapas actualizados. Con algunas valiosas muestras para Scick y con nuevos conocimientos de la geografía de los curiosos paisajes y pueblos  que rodean a Tielh.
Xur el pequeño hijo de Annxa y Jhor, es el primero en notar nuestro regreso y sale a recibirnos lanzándose feliz en brazos de su madre.
Jhor aún no ha regresado del mar. Después de descargar los bártulos y asearnos un poco, encendemos el fuego para pasar la noche. Asaremos el pescado que traerá Ro para la cena y contaremos historias hasta que nos venza el cansancio. Xur nos mira fascinado todo el rato sin perder detalle hasta que finalmente le vence el sueño sobre el regazo de Jhor. 
Bajo la lejana luz de las estrellas todos nos retiramos a descansar de nuestro viaje.
Durante toda la expedición hemos tenido mucha suerte con el clima, habitualmente gris y lluvioso. Estos días en cambio, en cuanto la niebla se despierta perezosamente, luce un sol espléndido que facilita enormemente nuestro trabajo ya que no hay que poner tantas precauciones para que no se mojen los mapas y las notas que vamos tomando.
Las gentes de Tielh aprovechan estos días para reunirse con la familia en los claros de los bosques y celebrar largas comidas al aire libre mientras los más pequeños corretean entre las faldas de sus madres o practican juegos de puntería.
Ahora que se acerca nuestra partida sentimos pena por dejar Tielh. No será la última vez que visitemos estas tierras. Son muchos los amigos de dejamos aquí.
           

                   República de Tiehl. Junio  del diez y seis.

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